Si el futuro de la tecnología y la digitalización es el 5G -que lo es-, los chinos son los dueños del futuro. El debate sobre las presuntas puertas traseras de las redes de Huawei, con hipotéticos agujeros de seguridad solo controlados por una empresa propiedad del Gobierno chino, se ha convertido en el argumento que podría permitir a Occidente recuperar una ventaja que actualmente parece insalvable. Pero la realidad es que pese a las acusaciones desde EEUU sobre la posible brecha de seguridad que supone Huawei, hasta el momento no existen pruebas concluyentes que justifiquen semejantes sospechas. Sin duda, existen más temores comerciales que técnicos.
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en un comunicado expreso que si compañía “no se mueve por opiniones sino por hechos“. De esa forma, la compañía española no se plantea un cambio de proveedor de red, pese al ruido imperante. Además, el directivo advirtió de que “excluir a un suministrador de redes del mercado podría reducir la competencia e impactar en los precios del equipamiento y los servicios, lo que en última instancia podría trasladar a los clientes”. Laurent Paillassot, consejero delegado de Orange España, coincide con el primer ejecutivo de Telefónica al recomendar que se mantenga la competencia en el mercado de equipamientos de red. También podría haberse referido al retraso letal que supondría para el 5G si al primer suministrador de esta tecnología se le aparta alegremente del mercado.
A golpe de perseverancia, visión y talento, el gigante chino Huawei ha conseguido situarse en una posición de vanguardia en el mercado de la telefonía de 5 Generación. Sus redes fijas y móviles disfrutan de una posición de dominio global que intimidan a muchos países, especialmente Estados Unidos. Parece claro que la digitalización de las industrias avanzará de la mano del 5G, igual que la robótica y la inteligencia artificial. También las ciudades inteligentes y las comunicaciones de las personas y las cosas. Todo llevará el sello del 5G. Y, además, el proceso de implantación de esta tecnología será prodigiosamente rápido. Nada que ver con las dudas que en momento suscitaron el 3G o el 4G. “Mientras que las tecnologías 3G y 4G necesitaron diez y cinco años para alcanzar los 500 millones de usuarios, se estima que la tecnología 5G sólo necesite tres años”, indica Peter Zhou, director de Marketing de Huawei Wireless Solutions.
A grandes rasgos, la conectividad del futuro permite dar servicio a un gran número de dispositivos, a altas velocidades, de forma concurrente. Y también reduce los tiempos de latencia, es decir, la reacción de la red para responder de forma instantánea ante cualquier estímulo. Ese tiempo de respuesta inmediato resulta clave para el futuro coche autónomo que comienza a circular en fase de pruebas, o para los robots que ya comienzan a mandar en nuestras fábricas. Esas virtudes protagonizarán el MWC, de forma que no habrá stand de fabricantes de móviles en la feria que no presuman de sus modelos 5G.
El Economista (23/02/19)
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