Las grandes aportaciones de la ciencia en 2016

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Pocas veces al año las noticias científicas abren los periódicos. Siempre parece haber noticias más urgentes, más importantes, con mayor influencia en la vida de los ciudadanos. Pero no se equivoquen: 2016 ha sido un año muy ajetreado en la esfera científica, muchas de sus noticias tendrán un impacto antes o después en nuestras vidas y, a diferencia de lo que ocurre en otros campos de la actualidad, la mayoría lo harán para bien.

La gran noticia del año fue la confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales que predijo Einstein, pero también hemos vivido varios descubrimientos y misiones espaciales que nos tuvieron en ascuas durante horas, el progreso de técnicas científicas que van revelando su potencial y una campaña electoral que marcará el futuro de nuestro planeta. Estas han sido las grandes historias científicas que les hemos contado este año.

“Hemos detectado ondas gravitacionales”

Señoras y señores. Nosotros… hemos detectado ondas gravitacionales”. El 11 de febrero, David Reitze, director del experimento LIGO, hacía el anuncio científico más esperado desde la confirmación del bosón de Higgs. Las esquivas ondas gravitacionales confirmaban la última predicción de Einstein que quedaba por verificar, hecha hace ahora 100 años. Un siglo después, el puzle universal intuido por el gran físico se completa.

Entender la importancia de este hallazgo no es sencillo. Juan García-Bellido, investigador del Instituto de Física Teórica, lo hacía de la siguiente forma: “Se abre una ventana que no teníamos hasta ahora y que nos permitirá estudiar el origen mismo del universo. Es el propio espacio-tiempo el que fluctúa, no es un sitio donde ocurren los fenómenos, sino que es un fenómeno en sí mismo que se estira, se curva y se mueve”.

Pero, además, el mérito era doble: científico y tecnológico, ya que fue necesario construir un sofisticado equipo capaz de medir variaciones espacio-temporales de una diezmilésima parte del diámetro de un átomo. El observatorio LIGO está compuesto por dos laboratorios, uno en Washington y otro en Luisiana, cada uno de ellos con dos brazos en forma de L de cuatro kilómetros de longitud cada uno. En su interior, un juego de espejos e instrumentos ópticos puede medir con rayos láser las ondas con una precisión inédita.

La comunidad científica celebró el anuncio como una noticia largamente esperada y a la que se le augura un premio Nobel de Física en un futuro no muy lejano. También fue una buena excusa para recordar cómo Einstein, de forma teórica, predijo fenómenos que la ciencia ha ido demostrando empíricamente durante décadas. En Teknautas, además, quisimos recordar que todo genio se equivoca a veces, y Einstein no fue menos.

CRISPR en humanos

Francis Mojica, investigador de la Universidad de Alicante, vislumbró la que está llamada a ser la técnica genética más importante del siglo XXI, la CRISPR, que él mismo bautizó, aunque fueron la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna quienes la desarrollaron posteriormente. Se trata del método más preciso desarrollado hasta la fecha para editar el genoma de un ser vivo, lo que permitiría evitar todo tipo de enfermedades genéticas.

En noviembre un grupo de científicos chinos anunciaba que la había probado en seres humanos por primera vez. Liderados por el oncólogo Lu You, el equipo inyectó las células modificadas con esta técnica a un paciente con un tipo de cáncer de pulmón muy agresivo, con la esperanza de que ataquen y derroten al cáncer de forma natural. El paciente recibiría pronto una segunda inyección, pero haría falta algo más de tiempo para determinar si funcionaría.

Según los expertos, el uso de esta técnica desatará una nueva carrera científica, similar a la carrera espcial, en esta ocasión entre China y Estados Unidos. También EEUU anunció este año su intención de probarla en seres humanos, aunque sus pruebas no empezarán hasta 2017. El caso es que CRISPR tiene todavía un largo camino por delante. Quizá por eso su Nobel no ha llegado todavía, aunque nos empeñásemos en ponerlo en las quinielas para este año.

Qué difícil es aterrizar en Marte

En octubre la ESA trataba de aterrizar con éxito un módulo espacial en Marte. Schiaparelli formaba parte de la misión ExoMars y su objetivo era doble: por un lado poner a prueba la tecnología y los procesos del propio aterrizaje, y por otro buscar el origen del metano (un gas que en la Tierra tiene un origen básicamente biológico) presente en la atmósfera marciana, cuyos niveles muestran unas misteriosas variaciones que los científicos aún no han conseguido explicar.

Tratando de repetir el momento de atención pública y celebración colectiva que supuso la misión Rosetta en 2014, la ESA retransmitió en directo el momento del aterrizaje, así como la colocación en órbita del módulo TGO que acompañaba a Shiaparelli. Esta segunda parte se completó con éxito, pero Schiaparelli nunca llegó al suelo. O, por ser más exactos, no llegó en buen estado. La señal que debía confirmar el aterrizaje no llegó cuando se esperaba, ni 10 minutos después, ni 10 horas después…

Dos días después, una nave de la NASA enviaba las imágenes que confirmaban que Schiaparelli se estrelló contra suelo marciano. Según los datos de la ESA, el módulo habría entrado en la atmósfera marciana a la hora prevista, listo para hacer un descenso de 6 minutos que debía llevarle hasta depositarse delicadamente sobre el suelo. En vez de eso, los cohetes retropropulsores se apagaron antes de la cuenta, dejando caer a Schiaparelli desde una altura de entre 2 y 4 kilómetros a más de 300 kilómetros por hora.

El orbitador está justo donde se esperaba, y una nave que se estrella también aporta datos valiosos, lo que evitó que la ESA considerase esta parte de la misión ExoMars un fracaso… Pero Europa sigue sin saber cómo aterrizar en Marte.

Próxima b, un planeta extrasolar cercano a la Tierra

Próxima Centauri es la estrella más cercana a nuestro Sol. Se encuentra a unos 4 millones de años luz, y desde este verano sabemos que no está sola. A su alrededor orbita Próxima b, el exoplaneta más cercano a la Tierra de los descubiertos hasta la fecha. Lo encontraron científicos españoles del Instituto de Astrofísica de Andalucía, así como Guillem Anglada Ecudé (elegido por la revista ‘Nature’ como uno de los científicos del año) desde la Universidad Queen Mary de Londres.

Se trata de un gran descubrimiento, no solo por su cercanía a la Tierra sino porque se encuentra en la zona de habitabilidad de su estrella, compatible con la presencia de agua líquida sobre la superficie y, por tanto, con la presencia de vida tal y como la conocemos. Pero antes de empezar a buscarla tendremos que ‘ver’ el planeta.

Porque lo que los científicos habían hecho en el descubrimiento hecho en agosto fue ‘deducir’ su presencia gracias al “empujón gravitatorio” que ejerce sobre su estrella. “Vemos que Próxima Centauri se mueve y según cómo lo hace descartamos otros efectos para concluir que ahí hay un planeta”, explicaba a Teknautas Zaira Berdiñas, investigadora del IAA. La primera oportunidad para verlo con el método del tránsito (detectar las variaciones Próxima Centauri al pasar el planeta por delante) llegó y pasó sin éxito en octubre, lo que no quiere decir que no esté ahí. Solo que habrá que esperar un poco más para confirmarlo.

Es posible rejuvencer, al menos a los ratones

La reprogramación celular es una técnica que permite, introduciendo cuatro genes, hacer que una célula madura especializada (del músculo, del riñón, del cerebro) dé marcha atrás, se desespecialice y vuelva a convertirse en una célula madre capaz de convertirse en cualquier célula del cuerpo. Sus posibilidades son enormes, pero hasta la fecha también lo son sus inconvenientes: hasta ahora todos los intentos de utilizarla en animales vivos habían terminado con la generación de tumores.

En el mes de diciembre, científicos españoles anunciaban que habían utilizado la técnica con éxito en animales vivos: habían utilizado una reprogramación celular parcial para revertir los signos de envejecimiento de ratones con una enfermedad genética que acelera el envejecimiento de los animales. Sin llegar a convertir sus células en células madre, lo graron reducir el daño celular acumulado por la edad en varios de sus órganos, así como prolongar su esperanza de vida.

Utilizar un modelo animal vivo supone un avance respecto al uso de modelos in vitro, pero el momento en el que se pueda tratar el envejecimiento como una enfermedad curable queda muy lejos todavía.

El Confidencial (20/12/2016)

http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2016-12-20/grandes-historias-cientificas-de-2016_1306153/

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