Un procesador de plástico plegable creado por ARM

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Investigadores de ARM han creado un prototipo de procesador fabricado en plástico, en vez de en silicio, lo que le confiere propiedades muy diferentes, como la posibilidad de doblarlo y que mantenga su funcionalidad habitual.

La inmensa mayoría de los procesadores comerciales están fabricados en silicio, debido a sus propiedades semiconductoras, a medio camino entre un metal y un aislante; esto es ideal para crear diseños y puertas lógicas que se activan dependiendo de la corriente eléctrica aplicada. Sin embargo, y como la escasez de semiconductores mundial demuestra, depender de un único tipo de material no es sano para la industria; además, no se puede adaptar a todas las necesidades que están apareciendo en los últimos años.

Es por eso que ARM, la empresa detrás de la arquitectura usada por los smartphones modernos, ha empezado a experimentar con otros materiales, como los plásticos. Lo llaman “PlasticARM”, y usa transistores de óxido de metal sobre un substrato de poliimida, un tipo de polímero termoplástico.

La gran diferencia respecto a un procesador tradicional es que el material es flexible, así que, en teoría, sería posible integrarlo en productos que no estén metidos en chasis o cajas duras; por ejemplo, sería posible crear ropa inteligente, o incluso meterlo en etiquetas de comida para añadir más funcionalidades al empaquetado.

Los creadores de este procesador afirman que su flexibilidad está en el punto medio entre una correa de reloj y un lápiz, lo cual es difícil de imaginar, pero por el momento, no han podido dar datos concretos. Hay que tener en cuenta que este es un prototipo, no un producto funcional listo para ser usado.

Aún así, los investigadores han conseguido reducir el tamaño del paquete completo al de una uña, con una superficie activa de 59 mm2. La mitad está dedicada a un procesador ARM cortex-M0+ de 32 bits, mientras que el resto se reserva a la memoria RAM de 128 Bytes y a los 456 Bytes de almacenamiento ROM. Por lo tanto, este es un system-on-chip (SoC) completo que podría funcionar de manera independiente integrado en un dispositivo. Sin embargo, aún falta mucho para que pueda hacerlo.

Los investigadores aún tienen muchos desafíos por solventar, como el hecho de que no han conseguido que se pueda escribir en el almacenamiento ROM interno, que es de sólo lectura. La potencia es muy limitada, quedándose en 29 kHz, un orden de magnitud por debajo de los Mhz y pese a eso, este procesador consume más energía de la que podríamos esperar, unos 20 mW, más que un procesador de bajo consumo actual. Aún así, este podría ser el futuro de los procesadores, si se consiguen solucionar esos problemas.

EL ECONOMISTA (26/07/2021)

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