Las tres rémoras tecnológicas: inflación, impuestos y regulación

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La era del excepcionalismo tecnológico, macerado por una pandemia que confinó a millones de personas e instauró el teletrabajo como fórmula laboral, flirtea de nuevo con un potencial ocaso. Si bien la sangre no llega aún al río, con el Nasdaq cotizando 26 veces los beneficios previstos a 12 meses, son varios los clavos que amenazan con frenar su brío.

En el epicentro de esta debacle, las presiones sobre los precios y si la inflación acabará por forzar a la Reserva Federal a endurecer su política monetaria antes de lo previsto.

No es coincidencia que las ventas registradas en las sesiones del lunes y el martes se produjeran justo cuando las expectativas de inflación en EEUU alcanzan ya su nivel más alto de 2006. El aumento de los precios de las materias primas, las restricciones laborales, las interrupciones en la cadena de suministro y los posibles estímulos fiscales adicionales son un cóctel perfecto para sobrecalentar la economía.

Tampoco lo es que, desde el azote de la crisis financiera, el incremento del balance de la Fed, estimado en 7 billones de dólares, coincida relativamente con la suma de la capitalización de Facebook, Apple, Amazon, Microsoft, Google (FAAMG) además de Netflix y Tesla. Al fin y al cabo, una política monetaria acomodaticia en mayor o menor grado durante la última década ha respaldado los múltiplos de estos valores.

Es por ello que las empresas tecnológicas están soportando el peso de la preocupación por el aumento de inflación. A pesar de que los valores de crecimiento han liderado la fuerte subida del mercado desde la pasada primavera a los inversores les preocupa cada vez más que sus elevadas valoraciones no estén justificadas si la inflación reduce el valor de los beneficios futuros.

Cabe recordar que se espera que los valores de crecimiento obtengan la mayor parte de sus flujos de caja en los próximos años; cuando se descuentan al presente a un tipo de interés más alto, esto reduce el valor actual de su acción. Un mercado caro en relación con otros episodios históricos, como el actual, es especialmente sensible a las subidas de los tipos de interés.

“El desplome de los valores de la nueva economía en relación con los de la antigua recuerda a la evolución de los precios tras la burbuja de 2000-2001; la subida de las FAAMG se ve obstaculizada por el posicionamiento y la valoración”, señala David A. Jones, estratega de Bank of America Securities.

Es importante destacar cómo estos cinco valores representan el 21% de la capitalización del S&P 500, un porcentaje significativamente superior al 18% del pico de la burbuja tecnológica en el 2000. Para 2022, el consenso espera que las FAAMG registren un crecimiento de los ingresos y el BPA del 14% y el 10%, respectivamente, frente al 6% y el 10% de la media de valores del S&P 500.

Pero más allá de la inflación y la política monetaria de la Fed, los planes de reforma fiscal propuestos por el presidente de EEUU, Joe Biden, representan también posibles fuentes de riesgo para el sector. El demócrata busca elevar el impuesto de sociedades al 28% e incrementar la fiscalidad de las plusvalías hasta el 39,6%.

“Si el plan de impuesto de sociedades de Biden se aplicara en su totalidad, los beneficios estimados de las FAAMG en 2022 disminuirían aproximadamente un 9% con respecto a las expectativas de consenso”, explica David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs, quien recuerda que estas firmas generan el 55% de sus ingresos en el extranjero.

También recalca que, si los impuestos a las ganancias de capital aumentan, muchos inversores podrían optar por pasar por caja en lugar de reinvertir sus beneficios para fiscalizarlos a un tipo impositivo más bajo.

Pero desde Goldman advierten que, de cara al futuro, el mayor riesgo para la continuidad del liderazgo en bolsa de las FAAMG son las presiones reguladoras. Los recientes nombramientos de la Administración Biden sugieren un régimen más estricto y una aplicación más rigurosa de la normativa antimonopolio.

EL ECONOMISTA (12/05/2021)

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