Hace tan solo unos años, hablar de inteligencia artificial (IA) aplicada a la defensa podía sonar a ciencia ficción. Sin embargo, los avances en este campo van a una velocidad meteórica y cada día se consiguen logros espectaculares. Para Estados Unidos era una situación cómoda, confiados en su superior capacidad tecnológica frente a rivales como China. Esta falsa tranquilidad se les acaba de derrumbar como un castillo de naipes. Un demoledor informe publicado recientemente por el CSET (Centro de Seguridad y Tecnologías Emergentes, por sus siglas en inglés) ha hecho saltar todas las alarmas y no es para menos: China les está adelantando… copiando su propia tecnología. El CSET, una organización vinculada a la Universidad de Georgetown, se dedica a realizar estudios en inteligencia artificial, robótica y biotecnología, sobre los que luego publica informes con una perspectiva académica, fruto de largos periodos de investigación. Uno de estos últimos documentos trata precisamente de los avances chinos en el campo de la inteligencia artificial, pero desde una óptica que ha causado un verdadero terremoto en el ámbito militar norteamericano, porque la conclusión es que China se está aprovechando de la tecnología norteamericana a su favor.
Bajo el título de ‘Harnessed Lightning’, el informe no deja lugar a muchas dudas. Tras evaluar y hacer un seguimiento a contratos chinos con empresas americanas que pudieran tener relación con actividad militar, se halló que 343 estaban vinculados con la inteligencia artificial. Se trata de acuerdos con compañías en los que, debido a las fisuras detectadas en el control de exportaciones de material sensible, el Ejército chino se estaría haciendo con tecnología punta en materia de IA. En el fondo tampoco es nada nuevo. Algo parecido señalaba el Departamento de Defensa norteamericano (DOD) en su informe de este mismo año sobre desarrollos en aspectos de defensa y seguridad de las fuerzas armadas chinas. En este informe, sobre la situación en el año 2020, ya se alertaba del enorme interés del estamento militar chino en materia de tecnologías emergentes, entre ellas la IA. Un interés que no dudaban en calificar como “agresivo impulso de alto nivel para dominar las tecnologías avanzadas y convertirse en una superpotencia de innovación global”.
El informe del DOD ya hablaba de que China se estaría haciendo con este tipo de tecnologías a base de contratos e inversiones en el extranjero, empresas conjuntas —donde los chinos pondrían el dinero— y, directamente, a base de espionaje industrial y tecnológico. En este informe se obviaba el pequeño detalle de que parte de esas artimañas, utilizadas para conseguir esa tan ansiada tecnología, se estaban realizando con las propias empresas norteamericanas. Además de todo esto, el informe del CSET da unas cifras bastante preocupantes. Vienen a soportar una realidad de la que también alertaba el DOD y no es otra que la creciente importancia que los altos mandos militares chinos dan a la inteligencia artificial. Según sus analistas, casi el 2% de los contratos realizados para las fuerzas armadas chinas —que fueron adjudicados entre abril y noviembre de 2020— tienen alguna relación con la inteligencia artificial o sistemas autónomos. Si lo anterior ya es preocupante, el nivel aumenta si tras este dato llega la cifra del dinero. Y es que la estimación de que el Ejército chino se está gastando más de 1.600 millones de dólares al año solo en IA es llamativa: es del orden de lo que invierte Estados Unidos en ese mismo capítulo. Ya no digamos si, acto seguido, el informe concluye que, de los 273 proveedores norteamericanos —la mayoría empresas privadas, pero también alguna estatal—, solo 22 de ellos tenían contratos sujetos al control de la exportación.
Por último, la nota ‘curiosa’ es el hecho de que mucha de esta tecnología no está llegando a manos del Gobierno chino ni de sus fuerzas armadas de manera directa. Se trata de contratos realizados por empresas privadas que, una vez obtenida la tecnología por los canales habituales, incluido el espionaje, venden al Gobierno el fruto de sus actividades a elevados precios. Un negocio redondo.
Buscan obtener una ventaja cualitativa sobre Estados Unidos, algo que consiga un desequilibrio que sería muy difícil de obtener mediante las armas convencionales. Una especie de ‘game changer’, es decir, ‘algo’ que consigue cambiar las reglas y otorga a su poseedor una ventaja que resulte decisiva para ganar la partida.
EL CONFIDENCIAL (14/11/2021)
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