Más de tres millones de robots apuntan con su dedo metálico la salida de la crisis, con riesgo cero y con una decena de argumentos casi incontestables. En los tiempos que seguirán a la desolación del coronavirus, los autómatas sacan pecho ante los ojos de los industriales. Está programados para obedecer sin rechistar. Trabajan al máximo de sus posibilidades en jornadas de 24 horas, sin distancia social y sin derechos a vacaciones. No enferman ni contagian, nunca reclaman mejoras salariales y -por ahora- no suponen cargas sociales ni fiscales para las empresas. Sus precios cada vez son más asequibles, gracias a las economías de escala, y su presencia garantiza la eficacia y productividad. Además, la inteligencia artificial consigue que las propias máquinas aprendan de sus improbables errores y hasta comienzan a empatizar con los trabajadores de carne y hueso. La conectividad de los objetos, la tecnología 5G y la automatización de los procesos están de su parte.
Igual que se han visto catapultados por la crisis del coronavirus el teletrabajo, la digitalización y el comercio electrónicos, lo mismo sucederá con la robótica. Así lo apunta la Federación Internacional de Robótica (IFR) a través de un documento donde pone de relieve la creciente relevancia de un sector de actividad llamado a tomar protagonismo en los próximos años. Por todo lo anterior, la IFR considera que la necesidad de incrementar la productividad -a través de la tecnología y la mecanización-, impulsará todo lo relacionado con la Industria 4.0.
La tendencia que alienta el desarrollo de los robots, según los mismos expertos, no reducirá el empleo, al contrario de lo que se pudiera pensar. Quien considere que los robots canibalizarán a la tradicional fuerza laboral solo tienen que consultar el ejemplo de la industria automovilística estadounidense. Entre 2013 y 2018, este sector aumentó su fuerza laboral en un 22%, periodo que ha coincidido con una extraordinaria incorporación de robots en los procesos.
La misma situación se podría aplicar a la industria tecnológica, química, transporte, la ganadería y hasta los contact center, con la ayuda de chatbots conversacionales cada vez más avanzados gracias al reconocimiento del habla natural. “En general, los aumentos de productividad y las ventajas competitivas de la automatización no sustituyen a los empleos ni automatizarán las tareas, sino que aumentará la ocupación con puestos de nueva creación”, explica Milton Guerry, presidente de la Federación Internacional de Robótica (IFR).
Coches y camiones autónomos para el transporte de mercancías, drones para tareas de vigilancia y artilugios mecánicos para desinfectar superficies son algunos de los ámbitos en los que los robots se ganarán un sitio más pronto que tarde.
La incorporación de los robots sigue aumentando a nivel mundial. Más de 1,8 millones de robots industriales estaban en funcionamiento en todo el mundo a finales de 2016 y la IFR espera que esta cifra aumente a más de 3 millones a finales de 2020, lo que representa una tasa de crecimiento anual media del 14% entre 2017 y 2020. En 2016 se vendieron unos 6,8 millones de robots de servicio y se espera que esta cifra supere los 51 millones en el período comprendido entre 2017 y 2020.
EL ECONOMISTA (25/05/2020)
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