“La gente visitará Singapur y dirá: ‘He visto el futuro y funciona”. Así definía el ministro de Asuntos Exteriores, Vivian Balakrishnan, el proyecto que está desarrollando esta ciudad-estado y que pretende convertir a Singapur en el primer país inteligente del mundo. Un proyecto que tiene hasta su propio ministro. “Ya hay muchas ciudades inteligentes, pero solo una nación inteligente” es el lema con el que el Gobierno está empapelando todos sus proyectos.
El objetivo es transversal. La sanidad, la educación, la movilidad o la agricultura: todo va a llevar delante el adjetivo ‘smart‘. Todo girará alrededor de la tecnología; todo está girando ya alrededor de la tecnología. Hospitales robotizados, niños de 10 años que saben programar drones, taxis sin conductor o granjas verticales. Esto no es una imagen del futuro: es 2016. Y algunos de los proyectos llevan en activo más de un año. En Singapur, ya presumen de tener la mejor infraestructura digital del mundo. Pero el futuro es otra cosa.
El futuro incluye un programa nacional de robótica para 2020 que consiga “hacersexy” la creación de robots, la apuesta en robots. El futuro supone que en cinco años habrá 100 millones de objetos inteligentes en Singapur debido a la explosión del Internet de las cosas, esa herramienta que conectará a la Red a los objetos cotidianos: neveras, lámparas, coches, ventiladores, calzado o farolas. Serán 100 millones para una nación con poco más de cinco millones de personas: 20 objetos inteligentes por cada habitante. La idea no les da miedo, al contrario: “Esto nos abre un marco de oportunidades gigante”, dice el ministro.
Aun sin dar cifras exactas del coste global de esta idea futurista, el Gobierno reconoce que no se está escatimando en recursos. Solo en el departamento que organiza el proyecto, el IDA (Infocomm Development Authority), trabajan más de 3.000 personas. Además del equipo del primer ministro, Lee Hsien Loong, y del personal de todas las áreas involucradas (educativas, sanitarias o industriales). En total, miles de funcionarios al servicio del sueño de su primer ministro: ser el primero en la historia en dirigir una nación inteligente.
Sin recursos naturales, con poco más de 700 kilómetros cuadrados de extensión repartidos en 62 islas y con un Gobierno que lleva 50 años a cargo del mismo partido, sin oposición política, Singapur tiene la necesidad vital de ser un reducto de estabilidad y occidentalismo en Asia. “Estamos obsesionados con la eficiencia, con el aprovechamiento de los recursos. Y la tecnología es la herramienta que nos está ayudando a alcanzar nuestros objetivos”, explica Alex Lin que está a la cabeza del departamento de inversión en innovación. Así, se está apostando por el Big Data, la inteligencia artificial, la robótica y la realidad virtual. “Toda esta tecnología ya existe, no supone un desafío. El verdadero desafío es lograr el cambio de mentalidad de la población”, apunta el vicepresidente ejecutivo del IDA, Steve Leonard, a EL PAÍS, diario invitado por este organismo. El lema de este estadounidense que llegó hace 16 años a Singapur se ha convertido en el del país: “¿Todavía estamos pensando en pequeño?”.
El País (04/06/2016)
http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/05/23/actualidad/1463996571_677736.html