Hace ya más de 60 años que aparecieron los primeros discos duros, aunque no fue gasta la década de los 70 cuando estos comenzaron a ser utilizados de forma extendida gracias al equilibrio alcanzado en relación al precio y su capacidad de almacenamiento. En este punto comenzaron a transformarse en los sustitutos de las cintas magnéticas, hasta entonces el sistema de almacenamiento habitual en los ordenadores de la época y que a principios de los 80 habrían sido completamente relegadas a la función de copias de seguridad.
Desde entonces, los discos duros han evolucionado a una velocidad de vértigo, siendo capaces de albergar una cantidad de datos 20.000 veces mayor, a un coste por byte un millón de veces menor. El problema es que su velocidad no ha progresado al mismo ritmo que su capacidad de alojamiento.
Desde hace unos años, la era del monopolio de los discos duros parece haber llegado a su fin: la memoria flash (más rápida, compacta y resistente a golpes) ya es la tecnología de almacenamiento por defecto de los dispositivos móviles, y empieza a introducirse en el campo de los ordenadores portátiles.
Sin embargo, los discos duros cuenta ahora con un nuevo competidor que ataca por un flanco totalmente nuevo: la DRAM (siglas en inglés de ‘memoria dinámica de acceso aleatorio’), que empieza a imponerse entre los grandes datacenters y superordenadores: desde el Watson de IBM hasta Facebook o el buscador de Google, todos ellos mantienen la mayor parte de sus datos en DRAM, pero esta es volátil (esto es, un corte de energía borra todos los datos) y además es una tecnología 100 veces más cara que la de los discos duros aunque eso si 1000 veces más rápida que las memorias flash.P
Pero siempre que cuente con el respaldo de seguridad de sus tecnologías antecesoras, los usuarios podrán disfrutar de una gran velocidad en todas aquellas aplicaciones que se ejecuten a gran escala. En el fondo, esto sitúa a los discos duros en la misma posición en la que relegaron hace décadas a las cintas magnéticas. Para solucionar los problemas de volatilidad de la DRAM, John Ousterhout, profesor de computación en la Universidad de Stanford, ha desarrollado recientemente un sistema de almacenamiento de propósito general llamado RAMCoud.
Sin embargo, el CEO de la compañía Nantero, Greg Schmergel, apuesta por ir un paso más allá y desarrollar una tecnología con las ventajas de la DRAM pero que no se vea limitada por su volatilidad: NRAM (abreviatura de ‘nano-RAM’), un desarrollo basado en nanotubos de carbono con mayor resistencia que el acero y una mejor conductividad termal y eléctrica que cualquier otro material. Su velocidad es equiparable a la DRAM, con la ventaja de poder almacenar datos en ausencia de energía. Además, destaca por su bajo consumo (que tiene a cero en modo reposo) y su alta fiabilidad (siendo capaz de almacenar datos durante 100 años a temperaturas de 85º).
TICbeat (02/11/2015)