En la cruzada por la eficiencia energética, la tecnología nos ha permitido aprovechar fuentes como el sol, el viento o el agua para iluminarnos, movernos y calentar o refrescar nuestras casas. El siguiente paso puede ser mirar hacia abajo, bajo nuestros pies, a varios metros bajo el suelo, donde la temperatura es templada y siempre constante.
Se trata, una vez más, de aprovechar la energía que nos rodea. Gran parte del calor que nos llega del sol es absorbido por la corteza terrestre y retenido bajo tierra. Por eso, si cavásemos hacia abajo, a partir de un par de metros de profundidad, nos encontraríamos con que durante todo el año la temperatura se mantiene en torno a los 15 grados centígrados.
Los sistemas de climatización geotérmica funcionan con una bomba de calor: absorben el calor de un punto y lo transfieren a otro a través de un circuito cerrado lleno de líquido refrigerante con un evaporador y un compresor. Este sistema es una de las formas más eficientes de calentar una estancia. El rendimiento de las bombas térmicas se mide con una cifra denominada COP o coeficiente de rendimiento (‘coefficient of performance’), que es resultado de dividir la potencia suministrada entre la ofrecida. Aunque la lógica establece que ese número será como máximo uno (un kilovatio hora eléctrico será igual a un kilovatio hora térmico), dependiendo del modelo y las condiciones ambientales, el COP de las bombas de calor varía entre dos y cinco. En comparación, el COP de un radiador eléctrico es uno y el de una caldera de gas algo menos, 0,9.
Habitualmente, con este sistema el calor se capta del aire del exterior y se introduce en el interior de una habitación cuando se quiere caldear, aunque muchas cuentan con la opción de revertir el proceso, de forma que se puede llevar el calor de dentro hacia afuera cuando se quiere bajar la temperatura.
Cuando el líquido sube, calentado por el terreno, llega al evaporador de la bomba y cede la energía al refrigerante que circula por el circuito frigorífico, provocando su ebullición. El refrigerante, ahora vapor, es aspirado por el compresor, que aumenta la presión, y por tanto también la temperatura. A continuación, pasa al condensador, donde se enfría, cediendo calor al agua del sistema. Este agua, ahora caliente, se distribuye por la casa (radiadores, suelos radiantes, depósitos de agua para uso en la casa, etc.). El refrigerante, condensado de nuevo, se introduce en una válvula de expansión, que disminuye su presión y temperatura para que el ciclo comience de nuevo.
En verano, cuando las temperaturas son más altas sobre el suelo que bajo él, el ciclo se invierte, y es del ambiente de donde el circuito cerrado absorbe el calor para liberarlo bajo tierra. Se trata de otro punto a favor de la climatización geotérmica: con un solo sistema, tenemos calefacción y aire acondicionado.
Aunque la maquinaria para construirlo con relativa rapidez y eficacia no es un problema (“puedes tenerlos excavados y operativos en un par de días”), esto requiere poder perforar el suelo, por lo que viviendas unifamiliares o instalaciones industriales que dispongan de cierto terreno alrededor lo tendrán más fácil que aquellos que vivan en edificios de pisos en medio de una ciudad, por ejemplo.
También significa que hace falta una inversión mayor que para la instalación de una caldera convencional. La inversión se suele recuperar gracias al ahorro en gas o electricidad en un periodo de entre cuatro y seis años. Una vivienda unifamilar de unos 150 metros cuadrados que gaste una media de 2.000 euros al año en gasóleo para la caldera. Con una instalación geotérmica, el gasto se puede reducir a 400 euros.
Por eso la climatización geotérmica está cogiendo fuerza en España. De las 160 unidades que vendieron en nuestro país en 2014, esperan pasar a más de 300 a final de este año. A pesar de ello, el presente es bueno y el futuro se presenta prometedor Por el momento, gran parte de su negocio proviene de fuera de España. En países como Alemania o los países nórdicos, el aprovechamiento de la geotermia está mucho más extendido y el mercado es mucho más amplio que aquí. Allí hay más competencia, pero por otro lado, aprecian más las innovaciones en esta tecnología.