El estallido del Covid hizo saltar por los aires muchos paradigmas. Las big tech pisaron el acelerador para ofrecer servicios tradicionalmente ofertados en exclusiva por las entidades financieras clásicas. Así lo revela un informe publicado ayer por el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), que avisa de ventajas, entre ellas los menores costes, pero también de peligros, como de esfuerzos desmedidos por la banca tradicional para no perder comba o problemas con la protección de datos.
Los servicios de pago son el gran ariete de las tecnológicas, con competencia directa a los bancos clásicos en áreas con elevadas tasas de rentabilidad. Google, Apple, Meta (antes Facebook), Amazon, Alibaba, Baidu, JD.com, Tencent, NTT DoCoMo y Mercado Libre ofrecen fórmulas de pago online que suponen desafíos para los actores tradicionales. Y en algunos casos, van más allá, con concesión de créditos y otros servicios bancarios, según un estudio del Banco de España.
Para muestra, un botón. El uso de carteras digitales creció desde el 6,5% de todas las transacciones de comercio electrónico en 2019 al 44,5% en 2020.
La penetración en el mercado de pagos de las big tech es incontestable, según el FSB. En China e India, las dos grandes firmas de pago a través de móvil, Alipay y Tenpay, suman entre ambas una cuota de mercado superior al 90%.
El confinamiento mundial provocado por el Covid disparó el consumo de elementos tecnológicos para el teletrabajo y esto se tradujo en un fuerte crecimiento de los ingresos en el entorno del 20%, junto a fuertes revalorizaciones en Bolsa, del 60%, en 2020. Mientras, los bancos sufrían por el miedo a una crisis económica. El Stoxx 600 de bancos se hundió en 2020 un 25%, mientras que el Nasdaq se disparó más de un 40%.
Que las grandes tecnológicas se adentren en el terreno de las finanzas tiene potenciales efectos benéficos. “La participación de las big tech y las fintech en los servicios financieros puede aportar beneficios como la mejora de la eficiencia en los costes y una mayor inclusión financiera para grupos anteriormente desatendidos”, indica el FSB.
Pero los riesgos que pueden producir estos nuevos jugadores en el sistema son elevados. De entrada, la regulación para las tecnológicas y para las entidades financieras, aunque va aproximándose, dista de ser la misma. De ahí, varios potenciales problemas.
“Podría haber implicaciones negativas para la estabilidad financiera derivadas de la dependencia de un número limitado de proveedores de big tech y fintechs en algunos mercados, la complejidad y la opacidad de sus actividades y los posibles incentivos para la asunción de riesgos por parte de las instituciones financieras tradicionales para preservar la rentabilidad”, indica el informe del FSB. También está la cuestión de los posibles problemas de protección de datos de los usuarios de las big tech.
La necesidad de vigilar muy de cerca el comportamiento de las big tech en el ámbito financiero es clave. Su crecimiento puede acelerar la urgencia respecto a cuestiones de estabilidad financiera, debido a la mayor importancia de los nuevos actores que pueden no estar sujetos a la regulación financiera. “Esto subraya la necesidad de abordar las lagunas de datos que actualmente dificultan la evaluación de los riesgos financieros y la importancia sistémica de las big tech”, indica el Consejo de Estabilidad Financiera.
CINCO DÍAS (22/03/2022)
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