Estados Unidos, especialmente la Administración de Donald Trump, tiene experiencia ya en la controversia en torno a cerrar la puerta a extranjeros. Lo que pasa es que hasta ahora el polémico presidente se limitaba a cargar contra aquellos que provenían de países menos favorecidos. De su boca han salido palabras como que los jóvenes inmigrantes sin papeles “no son soñadores, no caigan en esa trampa” o que quería inmigrantes noruegos y no de “agujeros de mierda” como Haití o El Salvador. Sin embargo, parece que Trump ya no quiere inmigrantes de ningún tipo, y punto.
Como parte de las medidas anunciadas para la recuperación de la economía del país, duramente golpeada por la crisis sanitaria, el mandatario estadounidense ha ordenado congelar la emisión de algunos visados profesionales para extranjeros hasta 2021, así como las tarjetas de residencia conocidas como ‘green cards’.
En concreto los visados afectados son los H-1B, H-2B, H-4, L-1 y J-1. Las visas de tipo H-1B atañen a trabajadores extranjeros altamente cualificados, las H-2B tienen que ver con el empleo temporal no agrícola -por ejemplo los sectores hostelero y de la construcción-, las H-4 son para dependientes de titulares de las H-1B y las J-1 cubren un amplio rango, desde investigadores hasta enseñanza, pasando por programas de intercambio y empleo de verano para estudiantes universitarios y au pairs.
El caso que ha hecho saltar a las grandes tecnológicas ha sido el de las visas H-1B ya que su paralización podría resultar en que más de 240.000 extranjeros no puedan entrar al país, muchos de ellos mano de obra cualificada para ese sector tech. Figuras como el presidente ejecutivo de Google, Sundar Pichai; Tim Cook, CEO de Apple, o el presidente de Microsoft, Brad Smith, han expresado su descontento en Twitter.
Ángel Pardillos, Director del área People Transformation en Hiberus y experto en estrategia y capacitación tecnológica, opina que “la firma de este Decreto va en contra de lo que es la propia cultura americana”, es una “confrontación del ‘American Dream’ como la oportunidad de prosperar y tener éxito en la sociedad americana frente al ‘American First’ más excluyente de la era Trump”.
Pero, además, “anular la capacidad como país de atraer al mejor talento global de manera unilateral o negar el valor histórico de la inmigración cualificada a Estados Unidos, no solamente es un error de estrategia, supone un freno al potencial económico del país norteamericano”, añade.
La actividad tecnológica en concreto es una de las más importantes y de más rápido crecimiento, creando nuevos empleos, nuevas oportunidades, nuevos productos y servicios, impulsando el crecimiento y mejorando la competitividad en todos los campos. “No es que la tecnología y la transformación que esta produce en la sociedad sea el motor del cambio, sino que es el corazón de la economía moderna. Y esto se hace con personas”, subraya Pardillos. Es decir: para estas empresas “la materia prima es el talento” y es ese talento lo que ha convertido a Estados Unidos en el país líder mundial en tecnología.
20 MINUTOS (28/07/2020)
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