En la mayoría de los países de la UE la inversión privada en I+D es mayor que la pública; en España esta tendencia se invierte. Las empresas son poco especializadas y conservadoras, prefiriendo, al parecer, beneficiarse de la distribución de patentes extranjeras a diseñar su propia tecnología. Sin embargo, al menos en el caso concreto de la nanotecnología, la dejadez de las administraciones públicas es co-responsable de nuestro atraso. Las instituciones públicas dedicadas en España a la nanotecnología son entre cinco y diez, por debajo de países como Grecia o Lituania, y a años luz de las más de setecientas de Alemania.
Para la poca inversión que se hace, sin embargo, se publican bastantes artículos en revistas especializadas. En 2005 España se encontraba en torno a los 2000 artículos, por delante de Holanda o Canadá, pero muy por detrás de las principales potencias nanotecnológicas: Estados Unidos (15000 publicaciones), China (alrededor de 12000) y Japón (con algo menos de 8000 publicaciones.