Un día eres un joven de éxito. Un ejemplo de emprendimiento. El sueño americano. El yerno ideal. Y al siguiente te has convertido en un chapuzas, un presunto corrupto y no sabes dónde meterte. Algo así le ha pasado a Sam Bankman-Fried, fundador y ex-CEO del exchange de criptomonedas FTX.
A principios de 2022, la plataforma de intercambio de criptomonedas FTX estaba valorada en 31.150 millones de euros (32.000 millones de dólares al cambio actual).
Pero todo era pura fachada. A poquito que se escarbara aparecían enormes grietas que hacían muy difícil la supervivencia de FTX.
Cuando los gestores del intercambio crypto ya no pudieron tapar las heridas durante más tiempo, Bankman-Fried se arrastró llamando a las puertas de todos sus competidores, ansiando que alguien le tirara un salvavidas.
El 11 de noviembre, después de la sucesión de portazos, el exchange FTX se declaró en bancarrota y Sam Bankman-Fried abandonó su cargo. A partir de ahí, comenzó a salir una sucesión de noticias que demuestran que FTX era un auténtico desastre.
Muy claro lo ha dejado el nuevo CEO de la firma, John Ray, contratado tras llevar 40 años ayudando a empresas con problemas. “Nunca he visto una empresa en tan mal estado“, afirmó. Se puede decir más alto, pero no más claro.
Y aún dijo más: “FTX está lleno de ejecutivos sin experiencia y demuestra una falla total de los controles corporativos, desde la eliminación automática de mensajes y empleados fantasma, hasta acusaciones de malversación de fondos”.
Por si fuera poco, se acaba de saber que FTX debe a sus 50 principales acreedores más de 3.000 millones de euros.
Bussines Insider (23/11/2022)
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