La tecnología, cómplice de la reducción de la jornada laboral

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La propuesta de trabajar menos horas y cobrar lo mismo no es nueva. Los antecedentes se remontan a 1912 con la temprana apuesta de Henry Ford hasta la Fair Labor Standard Act de Roosevelt que en los albores de los años 40 acercó la jornada laboral a las actuales 40 horas, incluso Richard Nixon aventuró la jornada de cuatro días en un “futuro no muy lejano”.

El debate ya está instalado. Muchos españoles desean la jornada de cuatro días y una parte de ellos dice que ya es posible. Los argumentos a favor son muy diversos: podría ayudar a crear empleo, impulsar el turismo por el efecto fin de semana largo o puente, conllevar un estilo de vida más sostenible, reducir la huella de carbono, e incluso aumentar la productividad. Sin dejar de lado una potencial mejoría de la salud mental y el bienestar de los trabajadores. Múltiples beneficios para la sociedad, el medio ambiente y la economía.

El lema “trabajemos menos y así todos trabajaremos” vuelve a estar en la palestra como una forma de combatir el desempleo post-pandemia, redistribuyendo el trabajo que hay. Utilizar la semana laboral de cuatro días para reactivar la economía o salvar puestos de trabajo ha sido la base de experiencias como las de Unilever y Mercadona, así como la propuesta del primer ministro británico Boris Johnson. Las compañías valientes y revolucionarias que ya han instalado esta jornada han demostrado que tienen menos bajas, menos absentismo laboral y más compromiso.

Sin embargo, la mayoría de las organizaciones de nuestro país no están convencidas con esta idea. El primer estudio sobre Flexibilidad y Competitividad Empresarial del Adecco Group Institute y el Instituto Cuatrecasas manifestó que 3 de cada 4 empresas españolas ven inviable la jornada laboral de cuatro días mientras que solo el 12% la ve factible manteniendo los salarios actuales.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ya se ha pronunciado y solo entiende esta medida si viene acompañada del proporcional reajuste a la baja de los salarios.

La revolución tecnológica ha cambiado de forma radical la manera de trabajar. Con los avances tecnológicos y las amplias oportunidades para el trabajo inteligente, la propuesta puede tener un apoyo que garantice la productividad combinada con la ansiada reducción del tiempo de trabajo.

Apenas han pasado 25 años desde el comienzo de la transformación digital tal cual la conocemos hoy en día y, según un informe del Adecco Group Institute sobre Inteligencia Artificial, gracias a la tecnología, una jornada laboral de 1970 se completaría hoy en tan solo una hora y media. Y seguimos avanzando a buen ritmo en ese sentido lo que implicará que cada año la tecnología nos hará ahorrar mucho tiempo de trabajo.

De este modo es razonable pensar que, a través de la digitalización y la robótica, se obtendrá mayor productividad con una menor carga de trabajo. Y esto podrá traducirse en la disminución de horas laborables y su parte proporcional de salario, o en reducción de horas de trabajo y mantenimiento de salarios si los márgenes de rentabilidad permiten esa transferencia del beneficio a los empleados.

EL ECONOMISTA (06/09/2021)

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